(Rubén Martínez Villena)
Tu amor irrumpió en mi vida como se cuela una ráfaga
por una ventana abierta.
Todos mis papeles se alborotaron y en un vuelo de
espanto se deslizaron bajo los muebles y hacia los rincones.
¿Qué has hecho revoltosa?...¿Cómo penetras sin permiso?...
No quieras irte. He cerrado cuidadosamente la ventana
y no te dejaré hasta que arregles lo que desordenó tu travesura.
¡A ver si recoges aquel recuerdo mio y me traes esas cuartillas
de la historia triste, y el cuento ese que aún no he terminado,
y aquella esperanza que germina bajo mi frente cargada hace
un instante por estos pensamientos que han quedado aquí,
a mis pies, truncos y revueltos!¡Qué maremágnum has ocacionado
con tu entrada!¡Anda, obedece!...
Y mientras te digo todo esto, tu estás ahí, de pie en el medio de mi alma,
con mi más vieja tristeza bajo el tacón de tu zapato, diciendo
a mi severidad con una sonrisa divina: - Indudablemente, nada hay
más descortés que un rayo de sol...
Y lo peor del caso - ¡atrevida! - es que pareces muy satisfecha
de que haya cerrado mi ventana.
El Film Noir: Una (in)definición
Hace 8 años
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