De Rubén Martínez Villena
Tú dices que eres triste. Yo sé que comprendes mis tristezas. Pero a pesar de ti misma, tú eres alegre, alegre como la luz, como la flor, como el trino.
Lo raro es que tu alegría es producida por mi amor. Proviene tu alegría del amor del hombre taciturno, obsedido por el Misterio y por el Arte, envenenado por la Filosofía y por el Mundo.
Como yo conozco ese milagro, temo que se produzca en mí. Temo el contagio de tu celeste y poderoso júbilo.
¡Oh amada! No me arrebate tu alegría lo que me enorgullece y me define ¡No vuelva el tiempo ingenuo de la poesía meliflua y desastrosa! En mi gravedad de crepúsculo tendré, para ti sola, luces, flores y trinos.
Déjame la palabra amarga. La tristeza y la cólera son mías.
Pero mi ternura sabrá mecer tu jovialidad de niña en un columpio de arrullos.
El Film Noir: Una (in)definición
Hace 8 años
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